Como Iglesia en Lobos (IBML) creemos que la metodología de ministerio debe estar basada en verdades teológicas sanas y sólidas. Estos distintivos ministeriales, que no son negociables, nos guían a saber porque hacemos lo que hacemos, e influencian nuestra manera de hacer el ministerio.
Cuando abrazamos distintivos ministeriales bíblicos y los ponemos en práctica ofrecemos un sentido de dirección claro. La iglesia hace menos activismo, pero, por la gracia de Dios, logra mucho más con significado eterno.
Entre los evangélicos conservadores en general hay un acuerdo en hablar de un propósito triple: exaltación, edificación y evangelización; pero a veces con diferente terminología, y diferentes énfasis y prioridades.
Creemos que principalmente –primero y, sobre todo– la iglesia debe ser para el Señor. Él es la Cabeza, y Él debe ser el foco, la primera prioridad. Las iglesias – y los creyentes individuales deben estar comprometidos primero a Cristo, y entonces unos a otros en Cristo, y entonces al mundo. Estos tres no deben ser hechos cronológicamente, uno a la vez, sino que ellos deben ser parte de la vida de las iglesias y los creyentes, todos al mismo tiempo.
La salud de la iglesia no empieza con evangelización o misiones, aunque los dos deben seguir. La salud de la iglesia bíblica empieza con una congregación centrada en Cristo y la Biblia, no importa si su número es quince, quinientos, o quince mil
- K. Gangel
Tristemente es común ver una brecha entre lo que una iglesia dice creer y lo que en realidad practica. Decir que Cristo es la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:16) es una de esas verdades que todos repetimos, pero raramente vemos funcionando a pleno. La iglesia existe primero que todo para exaltar a Dios, esto es, para adorar a Dios. La adoración precede y supera a todo lo demás (Deuteronomio 6:5). La actividad principal en el cielo es la adoración a Dios (Isaías 6:1-13; Apocalipsis 4:1-11, 5:1-14, 15:1–4); y aquí en la tierra se nos dice que debemos hacer todo para darle gloria a Dios (1 Corintios 10:31).
Por tanto, el primer distintivo ministerial de una iglesia bíblica es que existe para adorar a Dios. Esto es lo que Dios quiere y busca (Juan 4:24). La iglesia no es un club social o una agencia de ayuda a los necesitados. Dios debe ser el preeminente en todo. Para que esto sea así, la iglesia debe recuperar un alto concepto de Dios.
Aquí consideramos los principios que rigen la edificación del Cuerpo de Cristo. Le animamos a visitar estos artículos de nuestro sitio web para conocer este segundo distintivo ministerial.
Centralidad de la Biblia
La Biblia es central, es suficiente para llevar adelante “toda buena obra” (2 Timoteo 3:15–17). La Palabra de Dios es la única que puede impartir vida a los incrédulos muertos en delitos y pecados (Efesios 2:1–3; Santiago 1:18, 21; 1 Pedro 1:23–25). También, la Biblia es viva y produce vida (Hebreos 4:12–13). Las Escrituras también son el medio que Dios usa para santificar a sus hijos (Salmos 19:7–10; Juan 17:17). Ellas son el alimento espiritual del pueblo de Dios (Mateo 4:4).
Membresía Regenerada
La iglesia del Señor es el “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9–10).
Las cartas del Nuevo Testamento suelen ir dirigidas a “los santos que están en…” o “amados de Dios, llamados a ser santos,” o saludos parecidos que claramente indican que la iglesia debe estar constituida solamente por aquellos que han sido regenerados.
Liderazgo Calificado
Antes de realizar cualquier actividad es fundamental que el liderazgo este calificado según la Palabra de Dios. El Nuevo Testamento presenta dos oficiales para el liderazgo de la iglesia: los pastores y los diáconos (1 Timoteo 3:1-16). Los primeros tienen a su cargo la dirección espiritual de la congregación, por medio de la enseñanza, la administración y supervisión (Hechos 20:28). Los diáconos, en cambio, tienen a su cargo asuntos relacionados con el servicio práctico y el cuidado de enfermos (Hechos 6).
La iglesia existe en el mundo como una misión de rescate. La Gran Comisión (repetida en cada evangelio y en Hechos 1:8) claramente establece el evangelismo como central en este propósito de la iglesia. Asimismo, el mandato de la gran comisión es ir, no que vengan para ser evangelizados. Las reuniones de la iglesia, entonces, se centran en los creyentes, y la evangelización tiene lugar cuando los creyentes hacen contacto con los incrédulos fuera de la iglesia. En el modelo bíblico, edificar a los creyentes precede a ganar al perdido o cualquier otra pasión por alcanzar el mundo.
Tristemente, una iglesia que no se enfoca en la madurez de sus miembros llega a ser ineficaz en su alcance evangelístico y las misiones.
Por esto los creyentes debemos desarrollar un espíritu de unidad, mutualidad, y generosidad primero. Porque, ¿qué podría ser menos eficaz para cumplir la Gran Comisión que invitar a las personas no-salvas a una congregación que es marcada por la queja, amargura, crítica, e hipocresía?
Para exaltar a Dios haciendo discípulos de Jesucristo y edificándolos con la enseñanza pura de Su Palabra.
2023 – Iglesia Bautista Misionera en Lobos