Ministerio de Evangelismo

En ese contexto, muchos incrédulos eligen quedarse a disfrutar del ambiente familiar y la aceptación incondicional de nuestras asambleas; sin nunca ser confrontados con su pecado. Pablo contempló la posibilidad de que incrédulos entraran en las reuniones de la iglesia en 1 Corintios 14:23–25, pero es interesante que él mencione que el supuesto asistente es quebrantado por el ministerio de la Palabra. Por otro lado, eso no es justificativo para armar los programas de la iglesia de manera de atraer a los de afuera. Lo contrario es cierto en Hechos 2:42–47; 5:11, 13–14. La mayoría del evangelismo debe ser realizado fuera de la iglesia. Nosotros debemos ir a buscar a los incrédulos a dónde ellos están. Siempre conscientes de que el evangelio despertará oposición en algunos.
Debido a que Dios nos ha dejado libertad para elegir como realizar esa comisión, y a que existen innumerables métodos de evangelismo, se hace necesario tener algún tipo de criterio para decidir cuáles serán implementados en la iglesia local. Por la razón de que el poder para salvación reside en el mensaje y no en el mensajero, se preferirá el/los métodos que permitan una explicación clara, detallada y precisa del evangelio. Debido a que nuestro contexto cultural post-cristiano, es más similar a Hechos 18 que a Hechos 2, se hace necesario enseñar las grandes doctrinas subyacentes al evangelio para que este pueda ser comprendido (Pablo estuvo un año y medio en Corinto y otro tanto en Éfeso; mientras que Pedro predicando un solo sermón obtuvo miles de convertidos). Métodos que expongan a los incrédulos a repetidas presentaciones de la verdad bíblica serán preferidos a aquellos que simplemente se enfoquen en conseguir una decisión. Para decirlo con una analogía: se debe invertir tiempo en sembrar, si es que se espera cosechar. No se puede pedir a las personas que tomen una decisión en un vacío de contenido.
Dios ha decidido que los hombres comuniquen a hombres el evangelio, dejando a un lado sus más efectivos servidores angélicos. Esto nos sugiere la importancia de mantener el evangelismo en un nivel personal (1 Tesalonicenses 2:1-20). Por tanto, métodos que permitan tratar personalmente a los incrédulos, serán preferidos por sobre los más “impersonales”.
El ganar almas es un arte, por tanto, también debe considerarse la utilidad de ciertos métodos para servir de entrenamiento a quienes aprenden, aunque no sean precisamente los más efectivos.
El pastor debe guiar a la congregación en esta área, siendo un ejemplo de celo, pasión por los perdidos, y exactitud en el uso de la Palabra (Mateo 4:19). Se debe evangelizar esperando resultados, pero se debe ejercer precaución en pretender manipular decisiones, que lo único que hacen es introducir la cizaña en la congregación. Cuando uno estudia el Nuevo Testamento es notable la ausencia de exhortaciones ha evangelizar en las epístolas. La explicación de ello es que en la iglesia primitiva (y en los propósitos de Dios) el evangelismo no es un programa sino más bien un estilo de vida, algo inseparable del testimonio diario y permanente que un cristiano debe dar a los perdidos. Cada iglesia es responsable por alcanzar a su propia comunidad, y mientras lo hace promover también las misiones, esto es el llevar el evangelio a donde no ha sido escuchado aún.