Por sus frutos, podemos identificar si alguien es un creyente o no lo es. Cuando alguien viene a Cristo, cuando alguien acepta a Cristo como su Salvador y su Señor, algo pasa, algo cambia. No es la misma persona. Es algo evidente. No hay manera de que no pueda salir a luz. Dentro de estos frutos que Juan menciona en su carta, hay una evidencia que es que la principal, y es la que veremos en estos versículos.
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.